Y recordemos que en este sector Sony también tiene el 7% de Sharp Display Products Corporation, de la que en un principio tenía intención de llegar hasta el 34%, pero parece ser que se echó atrás.
Y las razones de estos movimientos son la necesidad de la japonesa de reducir costes de suministro (quieren paneles más baratos) en su deficitaria división de televisores Bravia (8 años de pérdidas consecutivas), en la que la competencia (batalla perdida de antemano) con los fabricantes de paneles taiwaneses les ha llevado a aquello de "si no puedes con tu enemigo, únete a él" -de hecho, en ese sentido hay que añadir que Sony ya tenía acuerdos, desde hace tiempo, con la taiwanesa Hon Hai/Foxconn, a la que le vendió el 90% del capital de sendas fábricas de televisores en Eslovaquia y México.
Lo malo o al menos discutible de este tipo de actuaciones corporativas es que el usuario al final no sabe ya ni qué televisor está comprando realmente al elegir tal o cual marca: porque recuerdas los tiempos de los míticos Trinitron, que eran de la propia Sony, pero ahora los comparas con los paneles LCD de los Bravia, y ya no sabes ni de dónde salen...
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